El acelerado ritmo de vida, los altos estándares de exigencia laboral, la presión social, así como los problemas emocionales y económicos son los principales agentes detonantes de la depresión. Los expertos afirman que muchas personas pueden padecerla en algún momento de la vida, incluso sin darse cuenta.
La depresión es un trastorno mental que se caracteriza principalmente por un bajo estado de ánimo y sentimientos de tristeza, asociados a alteraciones del comportamiento, del grado de actividad y del pensamiento.
A nivel laboral, las causas más comunes para la depresión son:
- Un proyecto de trabajo que no se consigue dominar o controlar.
- La falta de reconocimiento del trabajo, falta de promoción laboral o responsabilidad laboral mayor a su cargo.
- Impotencia al no poder conseguir los resultados que determina la organización o que se impone a sí mismo.
- Condiciones laborales que causan estrés laboral.
- Conflictos laborales, con compañeros o con algún superior.
Prevenirla es posible, solo es necesario adquirir una serie de hábitos para evitar su aparición. Algunos de ellos son:
Aprender a manejar las emociones de forma inteligente es fundamental. La inteligencia emocional se entiende como un conjunto de habilidades que permiten percibir, valorar y expresar emociones, acceder a ellas, comprenderlas y regularlas para mejorar la relación consigo mismo y con el entorno. De hecho, se asocia con una interpretación más optimista de las situaciones que ocurren, una mayor satisfacción con la vida y una mejor salud psíquica.
Para nadie es un secreto que el ejercicio físico aporta beneficios tanto físicos como psicológicos. En la prevención de la depresión y disminución del estrés laboral, la actividad física se ha convertido en una gran vía que favorece la liberación de endorfinas, unas sustancias químicas que producen sensación de felicidad y euforia; y además mejora la autoestima.
Estar rodeado de buenos amigos, acudir a eventos y practicar los hobbies ayuda a tener una vida más plena. Por tanto, es importante comprender que al momento de atravesar una situación difícil lo recomendable es no aislarse y salir a la calle a pasar buenos momentos para prevenir la depresión. De hecho, en situaciones difíciles, apoyarse en amigos y familiares es un factor protector de la depresión ya que generarán un estado de ánimo positivo y agradable.
Los hobbies, por su parte, le dan sentido a la vida. Incluso un estudio realizado en Japón demostró que las personas que practicaban ejercicio físico regularmente, se alimentaban saludablemente y disfrutaban de sus hobbies, eran más felices y menos propensos a sufrir depresión.
Compararse continuamente con los demás puede tener consecuencias negativas para la autoestima. A pesar de ser un hábito común, sobre todo en el entorno laboral, el desgaste psicológico que genera no es sano y produce un estrés innecesario que finalmente conlleva a la depresión. El mejor antídoto para este hábito es centrar la atención en las cualidades, los logros y las metas propias.
Esto parece fácil, pero es común estar con el cuerpo en el presente pero la mente en el pasado o el futuro. Aprender a vivir en el presente ayuda a mejorar la sensación de bienestar y sirve como antídoto contra la depresión.
Marcarse objetivos irracionales tiene un efecto negativo en el bienestar y la autoestima, ya que hace predominar la sensación de insuficiencia, incapacidad y vacío. Por eso, es necesario que las metas sean realistas (independientemente de las exigencias externas: familiares, sociales o laborales) de manera que los logros se traduzcan en refuerzos positivos que potencien la sensación de bienestar.
El estrés se ha convertido en un mal muy común por el ritmo de vida tan acelerado, pero cuando se convierte en un estado continuo puede empeorar y desembocar en una depresión. Por lo general, el estrés afecta el estado de ánimo, disminuye la productividad, perjudica las relaciones, conlleva a problemas del sueño e, incluso, afecta la tu rutina diaria en general. Aquí la importancia en detectar la causa que lo origina para tratarla y desvanecerla.
Una buena higiene del sueño influye positivamente el bienestar emocional. Por eso, más allá de los conflictos externos, es importante procurar dormir de 6 a 8 horas diarias, de manera confortable y plácida, así como mantener el horario y evitar elementos distractores que alteren el sistema nervioso y emocional.
En casos leves, la educación puede ser de gran ayuda para aprender interpretar de manera positiva las distintas situaciones negativas que se estén presentando y de esta manera actuar como un factor protector. Sin embargo, cuando esto no es posible o el caso es más grave, lo ideal es acudir a un especialista para que pueda ayudar a superar el trastorno cuanto antes.