Ante situaciones de incertidumbre o amenaza, aparece la ansiedad. Es una sensación adaptativa, que muchas veces sirve de alarma para circunstancias en las que podríamos estar en peligro. Sin embargo, muchas veces puede convertirse en ataques de pánico.
Estos ataques de pánico generan accesos bruscos de miedo, taquicardia y entumecimientos de las extremidades. Esas sensaciones de peligro, en vez de ayudar, bloquean al individuo. Aunque muchas personas suelen recurrir a los fármacos para manejar estos episodios ansiosos, es posible reducir su impacto tomando en cuenta estas medidas.
Una de las señales más frecuentes de los ataques de pánico es la sensación inminente de muerte. Los pensamientos invasivos como este, combinados con la taquicardia, la sudoración y el entumecimiento pueden de hecho parecer un infarto, por lo que saber qué es lo que realmente le ocurre al cuerpo y a la mente es una forma de manejar la situación.
Algunos de los síntomas de los ataques de pánico son:
- Taquicardia
- Dificultad para dormir
- Sudoración
- Aumento de la temperatura
- Temblores
- Molestias digestivas
- Mareos o sensación de desmayo
- Temor
- Sensación de asfixia
- Sentimientos de irrealidad
Estos síntomas generan molestias y perturban la percepción de la realidad de quien los padece, haciéndole creer que cosas malas están por pasar. Antes de saltar a conclusiones negativas, es necesario respirar profundo y preguntarse:
- ¿Qué puede estar ocasionando estos síntomas?
- ¿Existe una amenaza real?
- ¿Qué posibilidades hay de que ocurra lo peor?
- ¿Si eso ocurriera, qué tan grave sería?
- Si hay un gran problema real, ¿está en mis capacidades resolverlo?
La ansiedad genera que la atención permanezca enfocada en un solo punto, por lo que dejar de pensar en lo preocupante se vuelve casi imposible. Aunque estar alerta es un reflejo de la mayoría de los seres vivos que resulta fundamental para su supervivencia, durante los ataques de pánico este reflejo puede verse desbordado.
Al identificar que los síntomas experimentados corresponden a ataques de pánico, es recomendable:
- Obligarse a pensar en otra cosa
- Distraer la atención con alguna actividad (las manuales como dibujar, tejer o realizar alguna tarea mecánica son ideales)
- Aprender técnicas de relajación para despejar la mente (meditación, mindfulness, yoga).
Los ataques de pánico generan una pérdida de control desmedida sobre el cuerpo, pérdida que además produce otras alertas en el cuerpo ya que el descontrol genera más ansiedad y estrés. Las técnicas de relajación ayudan a reducir la activación fisiológica y, si se entrena la habilidad de relajarse todos los días, la sensación de alivio será cada vez más veloz y eficiente.
Algunas técnicas de relajación que existen y funcionan para estos casos son:
- Meditaciones guiadas
- Ejercicios de respiración
- Posiciones de yoga
- Relajación muscular progresiva
- Imaginación guiada
- Al identificar que se está hiperventilando, respirar más lento
Aunque los ataques de pánico estén gestionados, estos pueden volver a aparecer. Esto dependerá del estilo de vida de la persona y la forma en la que maneje el estrés. Ante estas situaciones es necesario evitar el cigarrillo, prevenir el estrés crónico causado por responsabilidades laborales o personales y cuidar la salud mental y del corazón. Practicar ejercicio y comer saludable son otras formas de asegurar un estilo de vida sano para una mente y un cuerpo sanos.